sábado, 23 de febrero de 2013

Un narrador chismoso

El sueño del tío (o El sueño de tito en la traducción antigua que yo he leído), junto con Stepanchikovo y sus moradores, la escribió Dostoievski durante su estancia en Siberia y la publicó, a su regreso, en 1859, cuando le habían obligado a residir en Tver, una ciudad cincuenta kilómetros al norte de Moscú. Ambas novelas se asemejan en que tienen lugar en un ambiente provinciano, en que tienen personajes parecidos —tío, sobrino, alguien muy maniobrero en medio— y que su núcleo es intentar el arreglo de un matrimonio por interés. En este caso, el relato se sitúa en el pueblo de Mordásov. Está centrado en un viejo y rico príncipe, algo lelo, al que una mujer enredadora, Maria Aleksandrovna, convence para que se case con joven hija Zina. Esta, que de ninguna manera lo desea, primero acepta los planes de su madre pero luego tiene un arranque de honradez. Entretanto, un sobrino convence al anciano tío de que nunca se comprometió al matrimonio sino que sólo tuvo un sueño.

El autor no concedía mucho valor a esta novela, ni cuando la estaba escribiendo ni con el paso del tiempo. Sin embargo, Joseph Frank la reivindica por dos cosas: la creación de la locuaz Maria Aleksandrovna, una personalidad fuerte y dominante, y la de contar las cosas por medio de un nuevo tipo de narrador: el de un cronista chismoso e interesado en el rumor y la calumnia. Dostoievski emplearía de nuevo un narrador de la misma clase para Los demonios y Los hermanos Karamazóv pues vio que tenía la ventaja de que así podía poner los personajes principales en el medio de un cuadro de rumores, opiniones y difamaciones que realizan, hasta cierto punto, la función del coro griego.

El hecho de que sea una novela poco conseguida se nota, también, en que casi no hay ediciones en castellano. De hecho, para leerla he recurrido a la meritoria edición de las obras completas de Dostoievski que hizo Rafael Cansinos Assens en las primeras décadas del siglo XX. Gracias a eso, debo decir, he hecho un redescubrimiento valioso, tanto al leer los prólogos que Cansinos Assens puso a todas las obras de Dostoievski, donde se ve su profundo conocimiento del autor, como al comprobar que si las traducciones que hizo tienen defectos tienen también el sabor del buen castellano de su época.

Tanto los acentos propios de la traducción como la complicidad del narrador se pueden apreciar en el párrafo donde se inician los enredos: «…para contestar cumplidamente esas preguntas será preciso que entremos en casa de la propia María Aleksándrovna, adonde rendidamente suplicamos al respetado lector que nos siga. Algo temprano es todavía, pues apenas si habrán dado las diez; pero yo estoy seguro de que ella no habrá de darnos con la puerta en las narices a nosotros, que somos sus mejores amigos, sino que, lejos de eso, nos recibirá con todo agrado».

Fiódor Dostoievski. El sueño de tito (Дядюшкин сон, 1859), en Obras completas tomo I, Madrid: Aguilar, 1991; 96 pp. de 1369 pp.; introducción, trad. y breves prólogos a cada obra de Rafael Cansinos Assens; ISBN: 968-19-0140-1.