sábado, 9 de febrero de 2013

Niños que crecen

Entre los relatos de su primera época Dostoievski publicó dos muy notables sobre niños: El Árbol de Navidad y una boda y El pequeño héroe. En ellos se ve bien la falta de sentimentalismo con la que el autor ruso aborda el mundo de la infancia y se insinúa la idea de que la categoría moral de alguien se mide por la forma en que trata a los niños.

En El Árbol de Navidad y una boda, el narrador empieza diciendo que, hace un par de días, estuvo en una boda. Para explicar sus sentimientos y sus reacciones, cuenta que, cinco años atrás, asistió a una fiesta en Navidad en honor de una niña que celebraba su cumpleaños. En ella presenció la recepción de regalos de los niños, de acuerdo con las distintas clases sociales a las que pertenecía cada uno; y, luego, los episodios, patéticos, en los que un hombre adinerado intenta ganarse la confianza de la niña, primero, y de rechazo a un chico pobre, después. El relato describe bien los comportamientos de los niños, desde las actitudes clasistas en las que han sido educados hasta las reacciones de afinidad entre ellos o de vergüenza ante algunos comportamientos adultos. Además, la narración desprende un fuerte desprecio hacia la fatuidad del rico y hacia el servilismo que algunos muestran hacia él.

En El pequeño héroe, el narrador recuerda cosas que le ocurrieron cuando, siendo un un niño de once años, fue invitado a una fiesta de varios días en una casa de campo, en las afueras de Moscú. Allí estaba molesto porque una de las señoras le incomodaba con bromas equívocas y, a la vez, se sentía atraído por otra mujer, Madame M., amiga de la primera. Lo primero da lugar a reacciones de irritación del chico y un día, a modo de desafío, se sube a un caballo que nadie quería montar y él consigue hacerlo sin caerse. Como consecuencia se hace popular y eso facilita que Madame M. se fije en él, lo que le acaba conduciendo a darse cuenta de más cosas. Se puede destacar que aquí Dostoievski trata el mundo de los acaudalados terratenientes, como lo habían hecho Turguenev o Tolstoi, y que describe un problema «normal»: su protagonista no es ni un soñador ni alguien maltratado por la vida. Hay una parte ambiental, crítica con los «tunantes mundanos» que piensan de sí mismos que tienen «una profundísima simpatía por la humanidad», que «reprenden sin descanso el romanticismo y, con él, todo lo que es belleza y verdad». Y hay una parte de descripción y análisis de los sentimientos del niño: se dibujan muy bien los momentos de confusión y de angustia del chico, y se dejan ver sus primeros sentimientos de atracción hacia una mujer. El relato justamente termina con la frase «mi primera infancia terminó en ese instante».

Fiódor Dostoievski. El Árbol de Navidad y una boda (Ёлка и свадьба, 1848), en la recopilación titulada El Gran Inquisidor y otros cuentos. Madrid: Siruela, 2010; 280 pp.; col. Escolar (Filosofía); prólogo de José Antonio Marina; trad. y notas de Bela Martinova y Augusto Vidal; ISBN: 978-84-9841-458-5.
Fiódor Dostoievski. El pequeño héroe (Маленький герой, 1849), en Noches blancas, El pequeño héroe, Un episodio vergonzoso. Madrid: Alianza, 1988; 176 pp.; col. El Libro de Bolsillo; trad. de Juan López-Morillas; ISBN: 84-206-1883-7.